EL MALVADO MALLENCO Y EL TONTO ANCELOTTI.

48 horas después es mucho más fácil entrar en razones y escribir que el malvado Mallenco se tragó el silbato. Durante el fin de semana era imposible. Parecían los días de Aqueos contra Troyanos. Por encima de ganadores y pronósticos el clásico no lo fue tanto. Se extrañó la combatividad de antes entre Barcelona y Madrid.

Los criterios están repartidos en diversas direcciones. No creo que a estas alturas nadie niegue el tema del penalti que No llegó a cobrarse por error arbitral. La lista de los perdedores la encabeza Ancelotti, sin lugar a dudas. Así por obra y gracia de su manera mediocre de querer estar a bien con Dios y con Florentino, perdió a su mejor central quedándose apenas con salida de balones. Bale jugando sin estar listo, Benzema pastando en el banco y Morata descartado, fueron las iniciativas del Italiano, como para hacerse el inteligente, sin lograrlo, aunque se vio obligado a reformular su desatino cuando ya no quedaba tiempo para corregir erratas.

Al Madrilismo le sobran jugadores. Al Barcelonismo le sobran preocupaciones. Las dudas sobre la pulga aumentan. No se sabe si está ensimismado en profundas meditaciones o lesionado. No importa el protagonismo de Neymar, ni la bravuconada de Alexis. Nadie habla apenas de la contundencia y el estilo de Iniesta. Todos como Fuenteovejuna sufren los desgarramientos de la pulga, que se deprime como poeta romántico cada vez que se acercan los llamados de la selección nacional donde baila su peor coreografía, la del descreído cercano a los colores patrios.

Apenas se dice que Martino con menos ha hecho lo que Ancelotti ni siquiera intentó con más. Casi nadie escribe que Diego López no es portero para clásicos, que Víctor Valdés rajó en dos la patada de Benzema y que el clásico no lo fue tanto. Hubo mejores plantillas que juego y eso es una pena enorme, la verdad. Quizás hubo exceso de novatos y escasa distribución de protagonismo.