MI ELOGIO A GONZALEZ VALERO…
Casi seguro que el protagonista no lea estas líneas. La verdad no me interesa. Esta es una crónica para los demás, para los que quizás no saben lo que en realidad significa González Valero para Holguín, Cuba. Me he enterado de que dedicarán la Jornada de la Cultura Holguinera, que ya no es una semana como antes, al sobresaliente locutor exclusivo de la CMKO de Angulo Farrán.
Y aunque no sea gran cosa, al lado de toda su hoja de afectos y aportes, es un acto de justicia dedicar “el más importante de los eventos del territorio”, a la figura legendaria de González Valero, que ha sabido pintar con su voz y estilo la manera de ser de los Holguineros; un hombre honesto con voz de niño alebestrao, que puede estar desecho en menudo pedazos pero recobra vida y voz cuando se pone delante de un micrófono. Porque Valero ha sido para Holguín lo que es Don Francisco para la televisión Hispana: una alegría inagotable, una fidelidad eterna.
Pero Valero ha sido demasiado popular y su popularidad molesta desde siempre. Las estibas de mediocres que han acortado su legado podrían conformar largas listas, y yo hasta podría escribir esos nombres, pero aquí tampoco vale la pena emborronar cuartillas. A Valero le han restado desde hace décadas sus minutos ante los micrófonos y con ello sus verdugos lo único que han conseguido es hacerlo más popular. Valero no necesita estar largas horas hablando estupideces para ser querido por los suyos porque él ya es amado desde tiempos que la mayoría no recuerda.
Mientras los carros encomendados por la dirección del estado sólo se usaban para que en ellos se posaran las nalgas mediocres de los jefes y sus familiares, Valero caminaba cada mañana kilómetros a pie a bordo de un estilo que lo hizo apodar como “locutor viajero” en recorridos insólitos reportando por teléfono y acercándose al latir de su pueblo. Mucho era lo que debía recorrer cada día para llegar a tiempo a sus grabaciones de Fiesta en el Campo, un show que ha conservado su nombre en vano, pues desde hace décadas es únicamente reconocido como “La Carreta de Valero”, ese espacio imaginario en el que pueden montar todos.
Bien recuerdo como se nos esperaba en locaciones rurales para hacer grabaciones, juntos trabajamos por más de diez años. Un día al llegar a uno de estos sitios lejanos debimos ocultarnos unos metros antes para que Valero hiciera su entrada triunfal montado en su carreta, con bueyes del mismo color que los que él había fabulado, entre ovaciones sinceras, sin que mediase la promoción ni el dinero, sólo el cariño de un pueblo rendido a los pies de un travieso Gibareño que les robó el corazón a todos.
Otro día, viéndolo caminar cabizbajo le sugerí que sería bueno valorara acogerse al retiro, y tuve de él la respuesta más sincera que nunca jamás había tenido: “Si tú me garantizas ir a vivir a un sitio en que yo no pueda sintonizar ninguna emisora de radio, entonces yo me retiro”. Pero ese lugar no existe y una persona tan especial no puede ser condenada a morir de tristeza.
Valero ya era Valero antes de que las emisoras fueran estatales. Valero ya era un profesional de renombre que compartía la amistad del gran Germán Pinelli desde los años 50 del pasado siglo, Valero debería ser el nombre de una calle en Holguín, la ciudad a la que ha dedicado su vida y que ahora le dedica su Jornada de la Cultura de este mes de enero.
Casi seguro que el protagonista no lea estas líneas. No es gente de facebook, twitter, internet o computadoras. Estoy casi seguro de que Valero no tiene computadoras y que sigue recogiendo saludos a punta de lápiz y papel por las calles que camina a alta velocidad y hablando solo. También estoy seguro de que quienes le pusieron a caminar constantemente como a modo de castigo no han hecho más que alargarle la vida. Qué necios han sido!. Solidificaron sin quererlo la leyenda de un hombre que será recordado por mucho tiempo como lo que es: UNA VOZ EN EL CORAZON DE UN PUEBLO.
Maravilloso me gusto pues asi mismo es ,Valero gracias y saludos a mis holguineros los amo y a mi ciudad bella. Felicidades.