UN CUENTO CHINO DE TERROR NOS ACECHA.

UN CUENTO CHINO DE TERROR NOS ACECHA.

“ Cuando China despierte el mundo temblará ”.
Napoleón Bonaparte

Literalmente no se puede estar en China. Mientras las restantes potencias del mundo se debaten en combates partidistas, que impiden el desarrollo de proyectos modernos o en reformas para conquistar derechos elementales, en China las reformas económicas van a toda vela bajo la dirección de un mando único que sustenta en el secretismo y los juicios ejemplarizantes cualquier manifestación de corrupción que pueda empañar al sueño Chino. ?Cómo ven tanto teniendo los ojos tan pequeños?, sería una buena pregunta para hacerles.

Después de tantas reformas, llegan otras más profundas y radicales pregonadas desde el Partido Comunista que en medio de la creciente impopularidad regala señales que sirvan para contentar el clamor popular. Varios premios de consolación China aparecen hoy en los titulares, todos emanados sin previa consulta, como suele suceder con lo salido de los Plenos del Comité Central del Partido Comunista Asiático.

Para quienes han sufrido en carne propia los horrores chinos los enunciados son más que consuelo. Se ha decidido liberalizar más los mercados, otorgar un mayor papel a la empresa privada, poner fin a los campos de reeducación por el trabajo o campos de concentración de estilo Chino, suavizar la política del hijo único y reducir el número de crímenes que son objeto de la pena de muerte.

Estos enunciados hacen de Xi Jinping el máximo reformista de todos los tiempos, en la China que se adueña cada día más de los mercados del mundo, ofreciendo al capitalismo justamente lo que el socialismo siempre le critico: “la mano de obra barata”.

El deseo Chino es llenar el mundo de todas sus imitaciones. Imitaciones desleales como las de un Partido Comunista que gobierna como en los tiempos de los zares o los emperadores. Imitaciones de mercancías y de estilos de vida que cada vez son más híbridos y menos auténticos. Imitaciones de un modelo de miseria que ha garantizado la supuesta riqueza colectiva luciendo indicadores evidentes de pobreza. Porque la China de las macroempresas, no es la China hacinada de los ciudadanos que ni viven ni construyen una sociedad socialista ni capitalista. Es más bien un modo de vida despiadado.

La respuesta de las naciones es cada vez más impropia. La deuda externa que antes ostentaban los países pobres de América Latina con el Fondo Monetario Internacional, es una real niña de tetas, al lado de la dependencia económica que incluso las superpotencias tienen respecto a China. El endeudamiento y los créditos saturados hacen de la diplomacia China la política de los Televisores Panda. Apoyamos toda iniciativa. Dispónganse a pagar el alto precio de la anticipada limosna.

Los mexicanos tan supuestamente prehispánicos ni siquiera averiguaron si es verdad que se pueden ver las murallas desde la luna y dieron hace unos meses una respuesta apropiada. Las comunidades Mayas, asentadas en Quintana Roo, amenazaron a los políticos de turno en las elecciones municipales. En caso de que No denegaran el permiso a unos miles de Chinos que amenazaban con establecerse en Cancún, la polémica sería en grande. En buen maya, alto y claro, los líderes prehispánicos frenaron una penetración que les hubiese costado su identidad y hasta sus artesanías. En sólo unas horas las ruinas de Tulúm y los sitios arqueológicos hubiesen vendido imágenes de los ídolos con letreros Made in China. De eso se trata de No estar en China con el tema de la expansión de los chinos.

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