¿Por qué Catar es una dictadura y ni siquiera un mundial de fútbol puede ocultarlo?
Human Rights Watch, Amnistía Internacional y varios otros grupos de derechos humanos lanzaron una campaña hace seis meses para que Catar y la FIFA paguen reparaciones a los trabajadores migrantes que sufrieron abusos, o a sus familias,.
Cientos, sino miles, de trabajadores migrantes han muerto en Catar por trabajar bajo un clima extremadamente caluroso, o se les han negado los salarios que les habían prometido, dicen los grupos de derechos humanos.
“La FIFA indiscutiblemente contribuyó al abuso generalizado de los trabajadores migrantes”, dijo el secretario general de Amnistía Internacional, Agnés Callamard, en un comunicado.
Tamara Taraciuk, la subdirectora de las Américas de Human Rights Watch, dijo que la cifra de $440 millones de las reparaciones “es una cantidad muy pequeña, si la comparamos con lo que la FIFA espera ganar en esta Copa del Mundo, que son unos $6,000 millones”.
Las federaciones de fútbol de EEUU, los Países Bajos, Inglaterra, Francia y Bélgica han apoyado esta petición. Pero solo cuatro empresas multinacionales —Adidas, Coca Cola, McDonald’s y Budweiser— respondieron positivamente a las cartas de Human Rights Watch a todos los patrocinadores de la Copa Mundial pidiendo su apoyo a la petición.
Otros 10 patrocinadores —Visa, Hyundai, Kia, Wanda Group, Qatar Energy, Qatar Airways, Vivo, Hisense, Mengniu, Crypto y Byju’s— no respondieron a la carta de HRW.
Las federaciones de fútbol de Inglaterra, Gales, Bélgica, Dinamarca, Alemania, los Países Bajos y Suiza, que se unieron para apoyar el uso de brazaletes multicolores de los capitanes de sus equipos como muestra de apoyo a los derechos de los homosexuales en Catar, donde la homosexualidad es un crimen.
Vergonzosamente, la FIFA amenazó con sancionar con tarjetas amarillas a los jugadores que llevaran estos brazaletes, lo que obligó a estos últimos a abandonar el plan.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, acusó a los críticos de Catar y la FIFA de “hipocresía”, argumentando que muchos países europeos prohibían la homosexualidad hasta hace solo algunas décadas. Pero esa es una falsa equivalencia. No se vale justificar la violación a los derechos humanos en Catar hoy comparándola con una situación que existía —y fue corregida— en Europa hace varias décadas.
Catar es una dictadura hereditaria sin elecciones libres, ni partidos políticos, ni una prensa crítica. Además de criminalizar la homosexualidad con penas de prisión de hasta tres años, continúa tolerando abusos contra sus trabajadores migrantes a pesar de recientes reformas laborales para evitarlos.