MICROTEATRO MIAMI.
Microteatro Miami debe ser para muchos una experiencia incomprendida. La gente lo menciona con extrañeza. Llama poderosamente la atención un estilo que es de antaño. En los tiempos en los que se podía incluso vivir del teatro y no para el teatro, las representaciones se hacían en escenarios adaptados a las circunstancias y los tiempos; por lo que no debe ser una novedad que se usen un grupo de contenedores para acondicionarlos en función de una puesta en escena, aunque la verdad es que la iniciativa merece el mayor de los aplausos.
Dos exigencias de la modernidad aparecen como obligatorias. La primera de ellas el minimalismo y la segunda la dramaturgia espectacular. Minimalismo no es más que reducir algo a lo esencial, y en este caso se cumple al pie de la letra. ¡Cuidado con los farsantes!, siempre hay farsantes. Abundan puestas en escena que se anuncian como minimalistas para esconder la pobreza de sus presupuestos estéticos. En ningún sitio se ha escrito que minimalista es sinónimo de falto de imaginación y creatividad, muy por el contrario.
Por su parte, la dramaturgia espectacular es un término bastante reciente, que no ha encontrado sitio en grandes enciclopedias y que se refiere a los malabares actorales, ante la falta de grandes conflictos. En puestas de este tipo muchas veces el título regala ya el único conflicto sobre el que se debate todo el texto con grandes aseveraciones verbalistas y algunas acciones. Es decir, no tiene por qué pasar nada específico. De eso se trata.
Pareciera que bajo estos signos se mueve Micro Teatro Miami, donde te encuentras actores reconocidos y noveles, con puestas arriesgadas, ridículas o interactivas, todas con su atractivo publicitario y la mayor de las excusas: si no te agrada no perderás mucho, cuestan sólo 5 dólares y no duran más de 20 minutos.
A suerte y verdad nos remitimos al tortuoso disfrute de LA DESCONOCIDA de Jorge Maestro, descaradamente dirigida por Anna Silvetti (según asegura el programa de mano) e infernalmente sobreactuada por Eduardo Serrano y Ariel Texidó. El típico triángulo manido de dos hombres advocados a una mujer que se les va de las manos y requieren de un diálogo devenido en crucial ataque de tarros, huérfano de organicidad y conmoción, con la agravante de que la cercanía con los protagonistas provoca desafortunados y reprimidos ataques de risa por parte de los espectadores.
Como segunda opción se presentó ante nosotros AMOR, VIAGRA Y PROZAC, una viñeta matrimonial dramatizada bien escrita por Juan Ríos Cantú, que está centrada en los encantos actorales de Paulina Gálvez, una mujer que sabe sacarle partido hasta a los textos más insulsos, y la presencia de Leonardo Rey que se apoya en la galanura de su cuerpo y ese acento suramericano que no deja de causarnos gracia. AMOR, VIAGRA Y PROZAC es el esposo que deja sus mejores impulsos para hacerle el amor a la amante pasando de la esposa, secuencia hipertrillada pero al parecer aun a salvo.
Es MICROTEATRO una opción teatral las 52 semanas del ano, ubicada en el Centro Cultural Español , justo en Byscayne Blvd, esta vez en apoyo a la lucha contra el cáncer. Una manera de descubrir la esencia de lo pequeño disfrutando de puestas en escena fuera de los circuitos tradicionales.
¡Vamos tioooo, que tienes ñ para español y no para AÑO!