LA PAZ DUERME EN LA HABANA?

LA PAZ DUERME EN LA HABANA?

El supuesto plan de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, en lo adelante FARC, para atentar contra el ex presidente Alvaro Uribe podría ser una invención de la  víctima, siempre y cuando el reporte no este consignado por fuentes de inteligencia del actual gobierno. Todo esto sin descartar que Alvaro Uribe, fue uno de los presidentes que más faena y resistencia le propinó al grupo guerrillero, con quienes probablemente tenga que compartir escaños en el senado próximamente.
Realmente Santos se lo juega todo en estas maniobras. Lograría lo que no ha podido hacer nadie en casi medio siglo, pero al asumir una participación activa y repentina de las FARC en los procesos democráticos de Colombia no hace otra que darle la razón a Hugo Chávez.
Para el líder Bolivariano los miembros de la FARC nunca fueron “terroristas” si no “fuerzas beligerantes”. Al parecer beligerar significa desde hace algún tiempo a esta parte secuestrar a inocentes, criminalizar zonas agrícolas, traficar armas y drogas, violar las fronteras territoriales, coquetear con la izquierda, apoyar campañas presidenciales en países ajenos y mantener como oasis común a la capital cubana, el sitio ideal para alargar negociaciones, chantajear a los gobiernos elegidos por el voto directo, lograr tranquilidad y escuela para allegados y amigos y pasear en yate.
Según Chávez las FARC siempre han sido una fuerza insurgente dotada de proyecto político.
El propio Fidel Castro en su libro “ La Paz en Colombia” cuenta descarnada y descaradamente sus encuentros con Marulanda, un vendedor de carne y dulces, devenido ideologo de las barbaries colombianas, emparentado todo el tiempo con Ares, Dios de la Guerra.
Para Marulanda la guerrilla, el desgaste, y el definir su tesis de: me opongo a quien se oponga fueron estandartes que avalaban su condición de Guerrillero más veterano del mundo, quien antes de morir a los 77 años víctima de cáncer en total secreto, ya había muerto otras dos veces en 1970 y 1995, en medio de ese estilo rebelde de fomentar rumores que luego dan al traste con alguna estocada. Rebelión, secuestro, homicidio, terrorismo, narcotráfico, hurto, sedición y asalto, fueron algunos de los cargos que se le imputaban.

Al negociar de este modo, Santos evita nuevos derramamientos de sangre y concede participación gubernamental a quienes no han respondido, ni pretenden hacerlo, por sus actos durante estas décadas. Para las FARC sería borrón y cuenta nueva. Para las víctimas todo es inaceptable. Cientos de colombianos desconocen el paradero de sus familiares y amigos. Algunos resignados ya solo aclaman la posibilidad de saber al menos en qué sitio reposan para siempre.
El impulso electoral y el deseo de pasar a la historia por encima de nombres como el de Gaviria o Pastrana, ex presidentes que también creyeron estar cerca de lograrlo, hace de este momento una encrucijada enloquecedora y arriesgada para Juan Manuel Santos, en la que no se descarta a juzgar por los vaivenes de los guerrilleros, que Colombia tenga sin proponérselo dos ejércitos si se tiene en cuenta coherentemente que esta es una de las más viejas aspiraciones del grupo guerrillero. Amagos de desarme no es cosa de juego, especialmente en manos de belicosos contendientes.

A resumir cuentas las FARC es la gran ganadora de toda esta telenovela de enredos y sinrazones, que tuvo en su elenco desde siempre a dos connotados guionistas: Fidel Castro y Hugo Chávez. Esperemos por el capítulo final.

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